miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cuento: Sin sentido del ritmo y la armonía

Sin sentido del ritmo y la armonía
Por Lorena Torres Martell

 Me han invitado a pasar, dentro de esta cajita musical en la que he encontrado una nota desacorde que arruina la pieza de sinfonola y nadie lo nota.
 –"Son pocos los solitarios y tontos que llegan hasta aquí, hurga entre esta inmundicia y llévate una sola cosa antes de huir.... "
Y entre sus besos amargos y las cajas de cigarros; encontré a Elvis, encontré mi ojo derecho que una rata se llevó, encontré miles de mentiras que formaban la estructura de nuestro mundo, encontré esa fractura en el equilibrio de la humanidad, encontré mi reflejo en un espejo de noche. Encontré mi cabeza con sus falsos delirios y copas de más, encontré un corazón y La muerte ideal.
Sólo tomaré la nota correcta, este desafino me hará reventar los oídos....

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Lore vive en San Luis Potosí, estudió algo de Leyes, pero no era lo suyo; actualmente estudia Artes Plásticas. Toca el violín y a ratos el piano.
Ella parece haber escapado de la poesía de alguno de los malditos; es un imán para los locos.

Recientemente perdió un ojo...  pero ya lo encontró.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cuento: Cristal de profundidad

Tras una larga y sangrienta pelea que tuve con Jahzeel por haber cometido el atrevimiento de corregir su cuento, les dejo la versión no-corregida...
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Cristal de profundidad
por Jahzeel Acevedo

Las manos de Osiris, conjugando entre sí a los ángeles maltrechos de una muerte y los sentidos húmedos el desierto gris que corre por millares y millares de mares de mares de cielo, polvo, sol que se oscurece con las primeras notas de lluvia… ya viene a lo lejos, viene en sombra suspiro aquel de los cielos inundados de estrellas; cósmicos miedos errantes, ya viene, ya viene caminando con miradas perdidas, ángeles resplandecientes de AURAS muertas , rompiendo el ruido en silencio palpitante, ya en caos, terciopelo desgarrado de las estructuras negras, entre la sangre, en las comisuras del éter que abre sus brazos de nube, grises estructuras blancas, blandas inertes, blandas que sucumben como negras obras de nada…
Ya viene, a lo lejos vienen pesados, grises desiertos inciertos que palpitan, la mente sucumbe ante la soledad de dos mil años luz, se cubren la cabeza ángeles de cera agonizando, desintegrándose por las horas extenuantes del infinito, olas de mercurio cubren los desiertos grises, cubriendo mis ojos, lloran ahora lágrimas que hierven rituales, lloran las esferas negras que se escurren entre vientos lívidos, ahora insoportable sueño.
Se dibuja Sopor entre marcos, ya viene, Ya viene difuminado a los lejos figura inerte, sombra que se alarga en el reflejo agónico del suelo y sueño, suelo y sueño se estremecen rompiéndose ante el lamento sordo de un hueco, hueco en el cielo hoja tal que no aprovecha sus luces matinales, autumnal, funeral cósmico entretejido como la araña tela de estrellas que fulguran colores pálidos, azules turquesas, las cruces se pintan en mis manos, manchan escarlata, viene… todo se destruye opacando los soles inertes de mi mente…
-          Se ha visto desde la mañana sobre las lluvias de furia en mis manos
-          ¿Quién lo ha visto?
-          Un ángel que se ha roto en las esferas del dolor mercúrico
Y las furias, las furias prenden estrellas en las noches que vienen…
Todo se desintegra, nacen alas de la noche, brillando bajo las luces nocturnas, la marca de Caín sobrenace en el tiempo gris blando, los cuervos le comen sensaciones blancas suicidas, sucias son ellas sucias son todo el tiempo se recrea en sus manos…
Allí está, se abren alas turquesas en la rendición del cielo, los rayos purovioletas bajan, besan los bordes ausentes de mi ser, llueve mercurio, se estampan mis ojos yertos, se estampan en mi piel ausente… quien es, vive y viene…
Alguna vez su cuerpo fue desierto de mil copulas, reventaron mariposas de viento alas subyugantes agonías del pecho de ellos, vienen, son ausentes…
Se rompe el fuego… el manto de niebla se hace denso, presente ante las adversidades más aberrantes…
Se levanta en mirar ausente el polvo de mercurio, ante él se abre paso una llamarada de viento, una figura sin formas definidas evoca a la unión de las almas, abre las alas, desaparecen las plumas… silencio ausente. Él no lo quiere, se hace ausente, mira sus ojos, crispados de sal… ya lo han visto, mis ojos se hace salinos, las sombras agachadas entre las paredes agónicas que se rasgan viendo el nuevo amanecer de las olas grises, lluvia de mercurio, cubre las flores quema, quema todo lo que se para en las mariposas blancas, el polvo inmortal, las flores del mal invierno. Somos sombras en la pared, tiempo grabado en las manchas que se escurren, lo ves, lo ves hacerse polvo, las ráfagas que nacen de su cabeza se hacen flores rojas de invierno, como cerezos sin el viento que nos mata, lo ves, sombras mercurias… agacha su mirada, se pierde en el lento vaivén de la raquítica realidad, se abren las alas de un ángel, destruye universos paralelos polvo cósmico de blancas notas.
 Se abren los sueños rojos, se rompen las esferas azules del cielo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Relato o algo: Tu fotografía

Tu fotografía
Por Gustavo Martinez Guevara
Hace un par de días me encontré tu foto. Al principio la pasé por alto, después la acaricié, y un par de lágrimas corrieron de mis ojos, un número interminable de recuerdos se alojaron en mi mente, recordé tus manos, tu sonrisa, tus ojos, y cada una de las palabras que me dedicaste esa noche. Quise también recordar tu olor, pero ya olvidé como era, quise recordar tu calor, pero se convirtió en una nula memoria.
Estuve observándola durante un tiempo, dedicándole palabras en silencio, contemplando cada detalle, el día en que fue tomada, los colores que la adornan, las personas y artículos que la complementan. Una gran sensación se centró en mi ser y las ganas de abrazarte me invadieron por completo. Lamentablemente me quedé con la intención de hacerlo... y lo único que pude hacer, fue desearte lo mejor, agradecerte por las lecciones otorgadas, por el cariño brindado, por las acciones y palabras dedicadas, y claro está; esperar que tu vida fuera plena.
Ayer me entero que te encuentras peor que nunca...
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Guz escribió esto a alguien que amó y nunca se lo hizo saber.

martes, 21 de diciembre de 2010

Decálogo del perfecto cuentista

de Horacio Quiroga

I. Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

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¿Cómo ven?, ¿agarran las recomendaciones de Quiroga?

lunes, 20 de diciembre de 2010

Poema: Sangriento

Sangriento
por Usurpadora*

una daga suspira en el aire
de regreso Al justiciero puño
yace Descuartizado tu Imperio
es un ríO de Sangre tu embrujo
me río.


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*"La Usurpadora" pidió omitir sus datos. Su poesía no es para los puristas, y por eso dejó que las mayúsculas y el acento tuvieran su propia historia.

Cuento: El lado obscuro de la almohada

El lado obscuro de la almohada
Por Mayela Valadez


Cada día en la mañana lo veía entrar a su oficina, con su maletín de piel, su traje caro, su cara resplandeciente: cero arrugas, sin ojeras y con una gran sonrisa; una cara común entre las personas que han pasado una buena noche, gente sin insomnio, seres humanos que tienen el privilegio de dormir hasta 8 horas. Lo observaba con envidia y con una especie de odio que crecía hora a hora.
–Buenos días jefe –le saludó
–¡Buenos días mi subordinado!, si sonriera más seguido esas ojeras desaparecerían, jajaja, póngase a trabajar –le respondió mientras entraba carcajeándose a su oficina.
–Maldito –pensó, cómo lo odiaba...
Él  odiaba a todo aquel que durmiera más de 8 horas, a quien tuviera una cara radiante, una sonrisa que mostrara unos dientes blancos, odiaba a todo aquel que no tuviera una almohada parlante como la de él. Cada noche durante sus  40 años de vida, al apoyar su cabeza en esa misma y maldita almohada, ésta le recordaba todas  las cosas que había hecho mal en el día, le recordaba su miserable infancia, su pésima adolescencia y su vida de juventud como becado en una institución. Cada noche, por más que contara hasta tres mil borregos, por más que tomara pastillas  o tés de diversas yerbas, su almohada no lo dejaba dormir.
 –¡Qué inútil invento del hombre! –gritando esto, se levantó una noche y arrojó la almohada al piso.
Esa ocasión no sólo no pudo dormir, sino que al día siguiente se levantó con un dolor en el cuello que lo puso aún mas irritable y no lo dejó trabajar.
–Maldita almohada, tal vez se hizo sólo para ayudar al cuello a descansar la grande y pesada pieza contenedora del cerebro, ¡bah!, pero a mí de qué demonios me sirve. Esa estúpida almohada y ese trabajo mediocre me están sacando de quicio –le gritó un día a su madre por teléfono, cuando  ella le llamó  para saber cómo se encontraba.

Y así pasaban sus días; por las mañanas soportaba las humillaciones de su jefe y por las noches los interminables monólogos de su almohada. Hasta que un día, estando en una junta con su jefe, observándolo detalladamente con odio y envidia, se dio cuenta de la causa de sus males…


–¿Cómo es su almohada jefe? –le preguntó de repente.
–¡Qué!, ¿para qué quiere saber eso?
–Sólo dígamelo, se ve que duerme muy bien y últimamente he pensado en cambiar la mía
El jefe soltó una ruidosa carcajada y le respondió:
–Es usted un hombre triste y amargado, ¿no le basta con eso?, ¡y ahora además loco!, pero le diré; mi almohada es única, está repleta de plumas de ganso, pero no de cualquiera; son gansos parisenses, el forro es de seda y esta cosida a mano, así que mi estimado, dudo mucho que pueda comprarse o siquiera conseguir una igual. Por favor, deje de preguntarme cosas estúpidas o lo echare a la calle. Ahora continuemos trabajando –
El sólo bajó apenado la mirada y maldijo al jefe en silencio.


Esta noche fue la peor del mes; la almohada lo insultó todo el tiempo ¿Cómo es que se atrevió a hacerle una pregunta tan tonta al jefe?, y lo peor; ¿cómo es que pensaba en cambiarla? Esa noche la almohada colmó su paciencia, él se levantó, le quitó la funda y la volvió a arrojar al suelo. No le importaba que al día siguiente su cuello doliera, al fin ya sabía qué hacer para terminar con todos sus males.
Al otro día no fue a trabajar. Se quedó en su casa planeando cómo robar la almohada de su jefe y gastó ocho horas arreglando un lugar en el cual poner la almohada una vez que la tuviera. Así le llego la noche, salió de su casa armado con su vieja almohada, dispuesto a cambiar su vida.
No le costó trabajo entrar a la mansión de su jefe, pues  era muy escuálido... En menos de 10 minutos ya estaba en el cuarto frente al hombre que más odiaba. Entonces, tomó su fea y aguada almohada parlante y la apoyó con furia contra la cara de su jefe hasta asfixiarlo. Cuando se aseguró que ya no respiraba, jaló con fuerza la almohada por debajo de la cabeza, arrojó su sucia, fea, aguada y parlante almohada a la cara del jefe y salió corriendo, lejos del ser humano y del maldito objeto que habían hecho de su vida un tormentoso infierno.
Llegó a casa con la almohada de plumas, blanca, reluciente y suave,  sabía que ésta era la indicada.
La noche del rapto, él había dormido plácidamente, a la mañana siguiente tenia mejor humor. Se levantó temprano, desayunó y se lavó los dientes, cosa que no hacía desde el inicio de su insomnio.
Camino al  trabajo, se arregló su  corbata sucia pensando en que ese mismo día la lavaría, y emprendió el paso sonriéndole a todo peatón que se le cruzara. Llegó a la oficina, saludó a todos, limpió su lugar de trabajo y se sentó alegremente. Todos lo miraban sorprendidos, pero a él no le importaba.
–¿Ya llego el jefe? –le preguntó a su compañero de al lado, al que nunca le hablaba.
–No –le respondió contrariado mirando con asco sus dientes.
–Bueno, a lo mejor ya no regresa y esta vez si me ascienden, ¿no cree? –.
Su compañero solo acertó a mirarlo.
Al final del día fue el último en salir del edificio, y a pesar de estar cansado aún conservaba su amarilla sonrisa. De camino a casa cantó y compró varios objetos de limpieza
-¿Cómo es que vivo en un lugar tan sucio? -Se dijo.

Esa noche después de limpiar toda su casa, cenar, lavarse los dientes y ponerse su pijama nueva, tomó la almohada del altar que le construyó,  apoyó lentamente su cabeza, en la ahora sagrada almohada blanca de plumas, sonrió por última vez en la jornada, cerró los ojos y se disponía  a dormir... cuando de repente, escuchó un susurro...



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Mayela nació en Villa de Arriaga (San Luis Potosí), estudia lengua y literatura hispanoamericanas. 
Leyó este cuento en el "Segundo encuentro de creadores y letreros"  tras arduas batallas por conseguir el auditorio.
Recientemente publicó "Recuperando mi virginidad" en Cuentos Potosinos

*Como en muchos de sus cuentos, cabe aclarar que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Poema: Dalia negra

Dalia negra
Por Orlando Tristán


Dos hemisferios  
de una flor oscura
      alejados…
                       seccionados  
como el corte
         entre la noche y el día
               debido al ocaso…
                                        o el alba
como el mar y la arena
                de la noche perfecta  
                     para besar a la luna…
como el distanciamiento
            del llanto a tus ojos
               cuando tu pena es extensa
                     y el piso es tan cerca
                            para atrapar una gota.   

Los labios
      más abiertos
                     por el tajo
de un cuchillo 
       como pétalos divididos
silenciando señales
                     sin recibir más el polen
de los insectos
                    infectos.




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Orlando es potosino y estudia Lengua y literatura hispanoamericanas. Él es alguien que persevera siempre en alcanzar sus sueños.
Escribió este poema mientras sus compañeros se enriquecían de sabiduría en la clase de Español superior.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Cuento: Absurdo macabro

Absurdo macabro
por Mariano González-Leal Messina


Querido amigo:


Preguntas cómo me siento después de haber cometido lo que tú llamas "esos horrores". Pues bien: he actuado en nombre del Amor, y tal circunstancia me exime de cualquier responsabilidad atribuible a la vesania. Me han llamado "monstrum", mas los monstruos no son capaces de entregarse a un idilio en la forma en que yo he logrado hacerlo. ¿O será que, precisamente por ser capaz de Amar de manera tan descomunal, se me ha tildado de ese modo?

Cuando la sustraje de su tumba, su hermosa piel aún se encontraba lozana y fresca, y me dio la impresión de que a Helena, al sentirse tomada entre mis brazos, le reconfortó la paz que brinda la compañía del ser amado -porque Ella me amaba-.

A Helena le causaba dolor permanecer sola en su sepulcro. Te aseguro que cuando ambos volvimos al hogar, su delicado cuerpo se cimbró por dentro, agradeciéndome mi gesto de entrega incondicional hacia Ella.

¡Ay, Helena mía! ¡Todo aquello de lo que se me condena lo hice con el objeto Honrarla! ¡Demasiado era el dolor que me suponía resignarme a vivir sin su presencia!

Mas tuve que soportar otra clase de sufrimiento: era espantoso percatarme de cómo día a día y noche tras noche, la piel de mi Bien Amada se corrompía, desfigurándose su hermosa silueta de Diosa Griega hasta que lo único que de Ella pude palpar fue su osamenta...

Muchas lágrimas hube de derramar antes de aceptar la realidad, pero llegó el inevitable momento en el que me vi en la necesidad de resignarme a vivir con lo que de Helena quedó: sus sagrados huesos, aquellas piezas que alguna vez constituyeron la estructura en la que se cimentara aquella monumental edificación del cuerpo de mi Adorada.

No; no me arrepiento de mis acciones. ¿Cómo arrepentirme de lo que hice por el Ser que más he idolatrado? ¿Cómo negar que si tuviese la oportunidad de recuperar la osamenta de mi Doncella, la guardaría como una reliquia invaluable?

Aun desde aquí, desde los paredones de este sanatorio mental, te repito, plenamente consciente de mis actos, que estoy cierto de haberme conducido de la manera en que me lo ha dictado el corazón, que nunca engaña.

No soy un demente. El Señor me ha otorgado su venia para demostrarle a Helena hasta qué grado la Venero, y me parece que mi Amor ha trascendido los límites que la muerte física supone.

¡No estoy loco! Ellos –los locos- no están conscientes de sus actos e ignoran su miserable condición. A mi razón, por el contrario, no le pasa inadvertida ninguna de mis acciones, planeadas siempre de una manera metódica y carente de impulsos ciegos.

Aquí hay muchos desquiciados. Me da lástima la turbamulta de infelices que se encuentran recluidos en este templo en el que se rinde homenaje a la locura. ¡Pobres seres despojados de humanidad! ¡Su desequilibrada mente jamás tendrá el placer de disfrutar con sus "seis"sentidos del inmenso gozo que supone la sensación de entregarse en cuerpo y ánima a la pareja adorada!

¿Cómo es posible que alguien como yo, quien el único pecado que ha cometido ha sido el de abandonarse al placer espiritual del amor, se encuentre preso en este sitio para delincuentes?

Amigo mío:  no podrías imaginarte cabalmente el terrible martirio que me produce el hecho de saber que, en este momento, los restos de mi Bella Helena se encuentran abandonados en alguna fría fosa, necesitados de amparo y carentes de mi calor, que siempre abrigó su delicado y voluptuoso cuerpo...

¡Jamás imaginé que Ella sufriría tanto después de que yo experimentase el éxtasis en el que me precipité al segar su vida!

FIN



Texto publicado originalmente en la Revista Cultural "Tirofijo", del Estado de Guanajuato.
Todos los Derechos Reservados.
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Mariano vive en Guanajuato. Es escritor y abogado, está casado con la poesía y es amante de la literatura.
Funge como ensayista y articulista en diversos diarios, periódicos y revistas culturales (aborda temas relativos al Arte y la Filosofía, entre otros)

Aún no ha muerto, pero extrañamente nunca falta alguna necrófila que lo aceche.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Cuento: Más allá de tu intimidad

Más allá de tu intimidad
Por Gabriela d´Arbel

Me gusta cuando cortas pequeños pedazos de queso, cuando sólo pones un poco de leche en tu vaso. Comes tan poco. Me entretiene escucharte cuando, en voz alta, piensas en tus historias, cuando besas el espejo o huyes del silencio y lo rompes tarareando una canción.
No sabes cómo disfruto, cuando dejas la copa de vino en la sala y yo persigo tus huellas en su trasparencia, y gozo lamiendo las diminutas partículas de saliva que dejas en su canto. Sentir, por las noches, tus movimientos cuando duermes, a veces agitados, otras tan serenos como los fragmentos de luna que algunas veces no deja dormir a los muebles de tu cuarto. ¿Sabías que hablas mientras duermes, que cuentas anécdotas que sólo los grillos y los gatos pueden entender?
No sé cuánto tiempo pueda durar así, viviendo de ti. En los escondites que se han vuelto cotidianos. Te veo desde el cuarto de servicio antes de que te vayas, nunca te acabas la leche. Después bebo lo que quedó en tu vaso, devoro dos rebanadas de jamón, quizás un poco de queso. En las noches vivo debajo de tu cama y me cobija el polvo, y los ruidos que haces.
No me gustan tus fiestas porque me obligas a ir al sótano, no quiero que tus amigos me perciban. Lo bueno es que organizas muy pocas. No me quiero ir, me gustaría seguir comiendo tus manzanas, bañarme en tu tina y perseguir los cabellos que dejaste y aún flotan en el agua enjabonada. Algunas veces estuve a punto de abrazarte y decirte que llevo mucho tiempo viviendo contigo; decirte que conozco cada movimiento tuyo, aún en la intimidad; que tu perro sabe que estoy aquí y ya me quiere. Pero no te lo diré, quiero que esto dure un poco más.
La cotidianidad en que vives te protege y me protege. Sé lo que harás y sé lo que haré. No quiero que llegue nadie a vivir contigo porque tomaré una decisión drástica, y dejaré salir mi rabia. Terminaremos en esta casa como en una tumba.



Del libro La casa azul. Protegido por derechos de autor.
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Gabi nació en Guadalajara y vive en San Luis Potosí. Se considera amante de los objetos que amueblan la obscuridad. Es escritora, guionista y abogada.

Tiene tres libros; La cerca y un espejo, Cordelia y otros fantasmas, y La casa azul.


viernes, 10 de diciembre de 2010

Fotopoema: Frío


Frío
Por Inestable Drama

Para Karla Narváez Soto


En espesos parajes de niebla te ocultas…
Entre arboles otoñales juegas,
El frio a tu par recorre
Los caminos alfombrados de doradas hojas

Frio que me besa la cara,
Recorre mi cuello ansioso
Toca mi pecho agitado
Me abraza entero, delicioso  frio.

Nada deja sin cubrir,
Me recorre como al bosque
Ocupando cada espacio, así me entrego a el
Como inundado por el placer

Mantiene inquieto mi cuerpo
Despierta mi alma, la activa.
El frio de mis manos acariciando mi cara
El pelo, intensa sensación

Mi cuerpo cubierto de frio
Matizando el tuyo ardiente
Una entrega paciente
De toques helados en mi piel
Extrema lujuria, inquieta, única
Deseo candente refrescado por mi fría lascivia
Tu piel de calor vivo
Refrescándome las ganas



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Inestable Drama (Daniel Debo Armenta) es comunicólogo, escribió este poema en otoño de 2010 para Karla Narváez Soto.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Poema: Violetas

Violetas
Por Blanca Luz Paz Torres


Victoria será que  no me sientas
Saber que te desangras de deseo
Que  tus brazos como hojas
Lloran el rocío de mi aliento
Mi victoria será olvidarte
Perder tus huellas
En la piel del viento
Escamas sin nombre
Sin labios para nombrarte
Una vida de amnesia
Será mi triunfo
Figurar tu imagen
El día en que mi alma
Se una  al firmamento
Donde te encontraré
Y viviré mi duelo
Aun teniendo cuerpo
Aquí estoy, no para ti
Triunfo napoleónico
Es mi exilio entre violetas





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Blanca Paz es potosina y le hace siempre honor a su nombre. Para ella no es difícil encontrar la
felicidad a su alrededor.
Estudia Lengua y literatura hispanoamericanas como segunda carrera.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Relato o algo: Cenizas pálidas

Cenizas pálidas
Por Madame

Un martes veintitrés de febrero, tuve frío y te mostré cómo encender una llama con las palabras.
Subestimándola por ser pequeña, te acercaste a ella, te quemaste... y te quedaste; gozando del incendio que carcomió tu carne en un orgasmo... que no tardó en terminar.
¡Y ahora te arrepientes de estar obscurecido!, me culpas de tener corazón y cuerpo hechos polvo.
En silencio te preguntas; ¿cómo es que todavía duele? Y es que hay cenizas que siguen rojas, arden y duermen sobre la piel, -todavía queman-. 
No me abraces para cuidarlas, ¿añoras prolongar el brillo?... ¡sólo morirán despacio! Así que me voy, para dar paso al viento, que las enfurece y luego las mata; porque cuando invada la palidez del frío a lo que fuera tan rojo como enfermizo, vendrán a ti los recuerdos de mi piel blanca, y podrás llorar más fuerte al saber que no puedes quemar las cenizas de un libido, las cenizas lívidas. Al descubrir que no puedes guardar el cadáver de un sentimiento esperando que no se evapore, que no vuele escapando entre tus dedos.  Que un doloroso incendio te impregna de su eterno aroma.
¿Te pesa el sufrir al contemplar cómo se apaga mi luz en ti? No te preocupes, no quiero más de ella en tu miseria. Porque el que sabe jugar con fuego aprende a quemarse, y a usar leña barata para quitarse el frío pasajero.
Un jueves 23 de septiembre, me enseñaste a extinguir toda luz con mis propias lágrimas



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Viridiana Urías (Madame) escribió estas letras al conocer el tedio de la decepción.

Poema: Crissálidas

Crissálidas
Por Jahzeel Acevedo


Aullar desgarrando el cielo
sostenerme de la parte baja de nada
sostenerlo, ausentarme, en la búsqueda
de mi crisálida inmortal,
mariposa explosiva
tiende tus alas a los ojos de un caído…

Extiende tu silencioso canto
para oníricas formas en sombra
sobra, place; desmesura incoherente
tacha los plexos solares del  ángel

Llena mi cabeza con polvo
destápale, imprégnale,
ruboriza mis voces
mariposa de cortinas múltiples
colores en ausencia, morados
blancos, rojos, azules místicos
mi sombra…

Mi sombra arde, se derrite, incrustándose
en las alas de la noche, noche,
quien dijo
noche, palpita mi árbol, se extiende mi vida
en vía solar,
muero, muero, muero…

Mis alas se extienden,
desfragmentando mis  plumas
suaves dagas que acarician;
me extingo ausentando voces
polvo,  de alas crisálidas
Crissálidas


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Jahzeel vive en Toluca, estudia Lengua y literatura. Sufre delirios Goethenianos.
Él  te observa, te escucha... y vive debajo de tu cama.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Poema: Soliloquio que se inventa y gira


Soliloquio que se inventa y gira
Por Myscelia


Entre ruidos de perros, aves y bichos,
bailan los fantasmas, antes alumbrados por el sol,
platican con sueños de grillos
con oscuridades de segundo piso y de tercer vagón,
beben té y vino,
acarician sus huesos descoloridos,
y endulzan todo con ese perfume que guarda el otoño en su olor.

Rezan en templo de arena que se resiste a las olas,
inmune como el muro de insomnio

Y los poemas son suspiros fétidos, espejos de algún dios
de un exilio, de un aullido, de ayer, de hoy.



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Alicia Almaguer (Myscelia) es potosina, estudia lengua y literatura hispanoamericanas. Todos queremos sentarnos atrás de ella en los exámenes, t
iene una voz muy cautivadora y bien modulada que sólo usa cuando es necesario.
Escribió estas letras tras haber pasado una fatídica noche en una cama durísima.
Recientemente perdió un poemario en un lugar de San Luis cuyo nombre no quiere recordar.

Cuento: El señor de los grillos


El señor de los grillos
Por René Urías


En algún tiempo los hombres grillo comenzaron a preguntarse cuál era la razón de la existencia, el porqué de los animales, de su devenir, de su historia como género y decidieron elegir de entre todos ellos aquel que sería el encargado de  rastrear la razón para su vida, al que sería el grillo más sabio; un hombre grillo llamado Whitman.
Aquel hombre grillo, aceptó con halago el encargo y decidió observar su entorno… después de mucho cavilar, decidió que debía retirarse a una cueva, lejos de todos y aislarse para resolver el enigma que le habían encomendado. Al introducirse en ella, vio un enorme muro que era bañado lateralmente por la luz que penetraba por la entrada y se dedicó a observarla por largo tiempo esperando que alguna idea le llegara a la mente, pero pasando algunas semanas  se percató que la soledad de aquella cueva no le brindaría resultados y salió al exterior.
Al hacerlo vio como un conejo devoraba hierba mientras un enorme perro lo intentaba cazar (sin resultados) pues el conejo huyó seguido por éste. En aquel momento el hombre grillo no valoró lo que había visto. Al caminar se dio cuenta de que sin pensarlo había llegado al lugar donde el conejo se disponía a comer y levantó la hierba que aquél en su carrera había dejado en el suelo, como los días en la cueva le habían dado hambre, casi sin pensarlo se llevo a la boca el olvidado banquete -sabía rico-, él personalmente prefería las hojas de algunos árboles que daban hojas color verde pálido con sabor a menta, le eran particularmente deliciosas, pero en ese momento no estaban cerca, así que decidió hacer una provisión de aquellas hierbas y regresó a su cueva, se sentó nuevamente frente al muro, y mientras comía comenzó a dibujar lo que había visto; el conejo, el perro y los otros animales que había encontrado en su paseo. No pudo dejar de notar que prácticamente todos los animales que  había dibujado se alimentaban de lo mismo que él, claro el perro comía carne, pero a decir verdad cuando así le era necesario también había probado de algún insecto u otra delicia campestre, como una jugosa cochinilla, o algún regordete gusanillo. En ese momento tuvo un destello, y se percató que si bien él podía comer casi cualquier cosa, había animales que sólo comían hierbas, y pensó en eso por largo rato,  presintiendo que había algo ahí que podría ayudarlo en su tarea.


En tanto, un hombre grilllo llamado Exxo incitaba a sus congéneres a haraganear y festejar sin medida, preparando una gran fiesta para el regreso de Whitman. Eran comunes los excesos de este hombre grillo y mucho más su capacidad de convocatoria, así que en un momento todos los grillos se enfrascaron en continuos banquetes, que solo eran interrumpidos por un desorbitado deseo sexual, que una vez satisfecho, continuaban con la fiesta que parecía no tener límites.
Esto  los llevo a un momento en el que la pavorosa velocidad a la que se reproducían acabó por infestar todo aquel campo, y quedó anulada toda privacía individual, desatando cruentos combates a muerte entre los machos quienes defendían su territorialidad con mordiscos y salvaje voracidad. Cuando la comida comenzó a escasear, la lucha se convirtió en la batalla mas cruenta que jamás viera la tierra, y los campos se tiñeron de sangre.
 Mientras tanto el sabio hombre grillo, había llegado a una conclusión; su raza era nacida directamente de la hierba, así lo indicaba su color, su cercanía con la naturaleza. Su misión en la vida, pensó, era cuidar de ella, pues si ésta desaparecía, los animales herbívoros morirían y con ésto, quienes se alimentaran de ellos, y así hasta que todo aquello que daba sentido a la vida, caería muerto y con ello su raza también.
Corrió hacia la entrada mientras las piernas se le desentumían, al salir y dirigirse hacia el valle donde habitaba, el panorama le crispó la piel. El piso donde alguna vez hubo césped era una gigantesca e interminable mancha roja, y los cuerpos desmembrados de sus amigos y parientes le ofrecían una escena de terror infinito, lo único que en pie estaba al centro de su poblado, era el tronco desnudo del que fuera el árbol más grande y  frondoso de aquellos lugares, se dirigió hacia él mientras los gemidos moribundos de los animales carnívoros, le lastimaban los oídos. Al llegar al árbol y ver las ramas sin hojas como implorando al cielo, se le llenaron los ojos de lágrimas, abrazó el tronco y lloró desconsoladamente por horas hasta quedarse dormido.
Por la noche, el tronco, nutrido por las lagrimas de Whitman comenzó a emitir un sonido que invadió todo aquel campo, y he ahí que  de las ramas retoñaban lo que a los ojos de un perplejo Whitman parecían ser montones de hojas que emitían chirridos, de un enorme salto subió hasta él y lo que vio le hizo abrir los ojos hasta que sus orbitas le dolieron; de cada rama brotaba como  si de  hojas se trataran, cientos, quizá miles de pequeños grillos, que chirriaban juguetones, el árbol después de algunas horas había recuperado su apariencia verde, y el sonido que emitían se escuchaba a kilómetros. Para la mañana siguiente todo aquella extensión se encontraba repleta de retoños y renuevos, pues el canto de los grillos había llamado de nuevo a la naturaleza y aunque tembleque y frágil, parecía que una esperanza salía de la tierra, Whitman asumió que el alma de sus amigos había tomado la forma de aquellos pequeños seres que tenían cierta semejanza con su raza.
Se dirigió a la cueva y  pintó en el muro la historia del árbol de los grillos y dio en narrarla a cada nueva generación, cosa que hizo hasta el mismo día de su muerte, para que el cuidado de la tierra no se olvidara, y que estos pequeños insectos que alguna vez fueron casi hombres y que ya no tenían ni la fuerza ni la estatura  de sus predecesores hicieron un mejor papel en la historia de la naturaleza, claro, de cuando en cuando, aparece un grillo alma de aquel Exxo, que incita a los demás al desenfreno, y han llegado a ser sumamente molestos, pero se dice que siempre que ésto ha llegado a ocurrir, el espíritu de Whitman aparece y de una forma que sólo puede definirse como mágica, regresa a la naturaleza a su ciclo, ante la mirada asombrada de su desenfrenado y revoltoso congénere.
Quizá valga observar el hecho de que, si bien los grillos y los hombres fueron uno al principio, se dice que del lodo ensangrentado y los cadáveres de aquella gran lucha surgieron los seres humanos, quienes ahora tienen su propio enfrentamiento con la naturaleza, pero bueno, esa, es otra historia….

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René es potosino, dramaturgo ganador del premio 20 de noviembre Manuel José Othon en Dramaturgia en el año 2005 con su obra "Los rayos son las venas del cielo".
Actualmente prepara el montaje para "Las hermanas sangre" de su autoría, una obra de cabaret (lo que se entiende por cabaret al estilo brechtiano) en comedia.