sábado, 27 de agosto de 2011

Narrativa: Espejismos

Espejismos
Por Santhiage Maquiavelo

Aquellos faroles son mi fantasia, el viento sabe a recordarte dolorosamente, todo a mi alrededor cambia de color y busco un tono para volverme abstracto, ninguna pregunta tiene sentido si tengo todas las respuestas y pasa lo mismo si te imagino conociendote perfectamente.

Pero el camino es ya bastante largo sin pensar en tu ausencia, lo sera más si logro verte aqui.



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Poema

de Santhiage Maquiavelo

Permanezco frente a los ciruelos como cada atardecer, cuando el verano termina, sus hojas caen con los amores vacacionales, pronto la lluvia las arrastrará como a quien busca un sueño sin notar que ha despertado, prenderé un cigarrillo para oscurecer la memoria que conduce al desvelo, y el sol hará vapor en horizontes murmurando su adiós, como el silencio en que logra escapar.

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viernes, 12 de agosto de 2011

Cuento

Para las fans de Señor Violencia que pidieron más, les dejamos la primera parte de un cuento publicado de su blog.


Esto sucedió hace tanto tiempo que no se puede decir en qué época fue. El lugar donde aconteció no es importante en sí, el nombre del reino no importa, es más, podría ponérsele cualquier nombre y serviría para poder describirlo, lo principal es lo que ahí paso.
Mentiríamos si decimos que el rey era el mas noble y bueno de los reyes del mundo, pero estaríamos equivocados si lo hacemos. En realidad era un hombre temible y un poco tirano, tenia al reino hundido en la miseria y tenia muchos enemigos. Fue hasta que el primogénito del rey llegó al mundo, cuando el modo de ser del rey cambió, lo hizo mas feliz y amable.
Pero la felicidad del rey no duró mucho, fue una noche antes de que el infante cumpliera un mes de vida, cuando alguien moviéndose entre las sombras traspaso la seguridad que había alrededor del niño, tomando a todo el reino dormido, tomó al infante y regresó por donde había llegado.
Después del secuestro del primogénito todo el reino tenia miedo, no sabían quien había sido y cómo es que reaccionaria el rey. Pero él estaba demasiado trastornado por no saber quién se había llevado a su hijo, nadie sabia nada, lo único que habían encontrado que servía para encontrar al secuestrador y al niño fue una rosa negra atada con un listón rojo.
Fue entonces cuando el rey asignó su mejor guerrero para que encontrara aquel que se había llevado a su hijo. Mas este guerrero no sólo era diestro con las armas si no también con las artes místicas de la magia. Artes que muy pocos conocen y todavía menos logran dominarlas. El nombre del guerrero tampoco importa en verdad.
El guerrero subió a su caballo y salió del castillo, al pasar por la ciudad la gente se hacía a un lado para que pudiera pasar, la gente se quedaba boquiabierta al ver al guerrero, que con su brillante armadura reflejaba los rayos del sol.
Cuando salió de la ciudad se encaminó hacia ciertos lugares en medio del bosque que rodeaba a la ciudad, en estos lugares vivían algunos conocidos suyos, que iban desde hechiceros hasta vulgares ladrones y taberneros a los cuales el guerrero interrogó acerca de quién había secuestrado al pequeño del emperador de la comarca, pero nadie pudo darle razón, sin embargo el guerrero no se desanimó y siguió buscando a alguien que le pudiera dar información.
Cansado por las horas de infructuosa búsqueda el guerrero decidió darse un pequeño descanso a las orillas de un pequeño riachuelo que corría por el bosque, bajó de su cabalgadura, se quitó parte de la armadura y se mojó la cara en el arroyo, pero cuando levantó la cara vio reflejado a un pequeño y horroroso ser de pie en la otra orilla, el guerrero sin verlo, se dirigió donde había dejado su armadura y se la volvió a poner, regresó a la orilla y sin ver al ser lo saludó de la más amable y respetuosa manera posible, éste contestó el saludo de la misma manera, entonces el guerrero pudo por fin verlo a la cara, el guerrero le preguntó de igual manera de cómo lo había saludado, o sea, muy respetuosa y amable de que si él sabia quién había tomado al niño del rey, el ser le contesto que sí, el guerrero preguntó si se le podría decir dónde encontrarlo, el ser le empezó a decir que tenia que cabalgar rumbo a donde se oculta el sol durante 2 días, ahí encontraría una serie de señales y lugares a los que tenia que llegar para dar con el enemigo buscado.
El guerrero le agradeció al pequeño ser, también tomo una pequeña bolsa de piel que tenia atada al cinturón en donde tenia varias monedas de oro, el guerrero dejó la bolsa en una piedra de la orilla, se dio la media vuelta después de despedirse del pequeño ser, tomo su caballo y emprendió el viaje siguiendo sus indicaciones, después de unos metros volteó a ver donde estaba, pero ya no encontró nada, ni ser ni bolsa de monedas, el guerrero sabia que el ser no se había ofendido y que la información que le había dado era cierta, se sentía un poco mas relajado de saber que podía encontrar al secuestrador


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Segunda parte.
Tercera parte.
Final.

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lunes, 30 de mayo de 2011

Cuento: Strat

Strat
Por Berenice Navarro
Para Violeta

Esta noche, Abraham ya no soporta la idea de tocarla. En la frente, el calor se confunde con el sudor frío de su pesadilla recurrente, la molesta imagen de su hermano acariciando esa cintura delante de todos le revuelve el estómago, él la quiere, y le enferma saberla ajena y tan imposible.

Ya no soportará seguir reviviendo en sus sueños el desagradable recuerdo de Fernando abrazándola con sus manos tan toscas, de escucharlo hacerle el amor en el cuarto de abajo. Abraham sabe que juntos, también pueden hacer el amor y gritar más fuerte, lo sabe desde que, un día al pasar junto a ella, sin querer la tocó, ella dijo algo, y aunque él no entendió, sus oídos no han olvidado esa voz tenue, dulce, que ninguna otra le ha dedicado.

Por eso hoy, Abraham llegará a la sala, donde ella duerme, la sujetará fuerte contra su pecho y gritarán juntos en aquella melodía que él intuye, es el amor. Aunque despierten a todos y Fernando se sienta humillado, ya no le importa, el deseo le domina.

Después huirá con ella, lo ha planeado durante meses, sólo la meterá en su estuche, se la colgará al hombro y atravesarán la puerta.



Imágen: Violeta García


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Este pequeño y humilde cuento va dedicado a Violeta García, con una gran felicitación por su segundo libro Mitología de una ciudad enferma y un enorme agradecimiento por compartir su obra plástica en este blog.

Berenice Navarro (Madame) (Viridiana Urías) (Monstruo Lovecraftniano) (Barque Vagabonde) (etc...)

jueves, 19 de mayo de 2011

Cuento: Entre desistir y la indecisión

Entre desistir y la indecisión
Por Lilia Ávalos

 Se sentó donde siempre y pensó que tarde o temprano él tendría que pasar por ahí, sólo era cuestión de que esperara el tiempo suficiente.

Al principio le pareció sencillo, después de todo ya muchas veces lo había esperado en el mismo lugar y él siempre terminaba por aparecer. Subió su vista para perderse en las figuras del vuelo de los pájaros. Los veía ir y venir en piruetas que albergaban una melodía secreta, una que le gustaba y le asustaba.

Fue cuando comenzó a oscurece el cielo y los pájaros cesaron su vuelo, que pensó en la posibilidad de que él ya hubiera pasado por ahí y que no lo hubiera visto por estar distraída con los pájaros. Aunque en seguida supo que de haber sido así, él no hubiera podido evitar mirar el lugar donde tantas veces había llegado a encontrarla y sabría de inmediato que lo estaba esperando, que estaba ahí por él y para él. Aunque decidió que no sobraba poner más atención.

Comenzó a fijarse en todas las caras y los cuerpos de quienes pasaban por ahí, en los atuendos, las miradas y las formas de caminar. Pero el tiempo se gastaba y todas las caras eran la cara de él, y todos los cuerpos tenían sus hombros, y todas las miradas su suavidad y todo caminante su contoneo; hasta que en la proximidad, sus características siempre se desvanecían.

Cuando ya no toleró el desengaño de creerlo aproximarse, se preguntó qué haría si en efecto él llegara, en qué haría si él le dijera que no debía esperarlo. Un vacío muy pesado se apoderó de su pecho y sintió que el lugar de siempre, donde habían sido sus encuentros tantas veces, no tenía ya ningún valor.

Se dio cuenta entonces que era ella quien lo estaba esperando y no él quien la aguardaba en el lugar de siempre. Se sintió mal por estar ahí, porque era un hecho que él no buscaba encontrarla y que si por un descuido del azar tuviera que tomar el camino para pasar por donde ella estaba, lo obligaría a su encuentro y violaría su decisión de no encontrarla. Fue cuando se puso en pie y se alejó del lugar procurando no detenerse a ver rostro alguno.

***

Le preocupaba el tiempo que había tardado en decidirse a ir, pero por fin llegó y se sentó donde siempre. Pensó que tarde o temprano ella tendría que pasar por ahí y que sólo era cuestión de que la esperara el tiempo suficiente para encontrarla de nuevo.



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Interdisciplina: Carteles


Carteles
Idea original: Mayela Valadéz
Diseño: Guz Guevara








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Maye es estudiante de la lic. en Lengua y Literatura Hispanoamericanas.
Guz es estudiante de la lic. en Mercadotecnia Internacional.

lunes, 16 de mayo de 2011

Relato o algo: Quien nunca ha sabido fallar


Quien nunca ha sabido fallar
por Guz Guevara
Ella es hermosa; alta, delgada y de pechos llamativos, con un tono de piel amarillento, de verdosos y grandes ojos y nariz prominente, sus labios son escasos. Tiene cabello largo, rizado y de un falso color fuego. Sus tobillos son frágiles. Siempre ha requerido gafas, las cuales pocas veces utiliza. En ocasiones lleva una pulsera en su mano izquierda.

Ella es muy malhablada, suele pronunciar mal algunas palabras, es culta y dedicada, en ocasiones muy sensible y concurrentemente intolerante. Todo el tiempo sonríe, sin embargo es altamente reservada. Fría cuando se lo propone. Ama la soledad; tiene pocos amigos. La banalidad no es lo suyo.

Le fascina cocinar postres. Suele burlarse de las personas, sabe reírse de sí misma. Grita cuando se avergüenza. Lucha por sobresalir, busca la autenticidad. Muchos hablan de ella, prejuicios en su totalidad, suceso al que ha llegado a acostumbrarse al punto de disfrutarlo. Ama a la naturaleza, recoge y auxilia animales callejeros y baila desnuda en ocasiones.

Ella es mi amiga; y ella es perfecta.


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Texto hurtado del blog de Guz Guevara

miércoles, 11 de mayo de 2011

Anecdotario: De los ridículos olvidos

(Crónicas nocturnas)

De los ridículos olvidos
Por Berenice Navarro

Noche 4
El cigarro que apagaste en el suelo sigue ahí, y aún siento tus palabras en el pecho. Los recuerdos ya no escurren de los ojos, me los tragué y ahora me dan asco. Me da asco cuando llamas, cuando vienes, y cuando te vas.
La botella me da asco. El olor de las flores que me diste me da asco, el olor de tu tabaco me da asco.

Noche 16
La nausea de tu recuerdo me robó unos kilos. Me pinté el cabello. Leí a Borges. Compré una blusa.

Noche 19
Conocí a un tipo, es diferente a ti; le vale madre ser pobre y estar prieto, tiene un cuerpo que no tendrías ni atascándote una sobredosis de esteroides.
Es alcoholico, violento, ignorante, todo un patán, sólo quiere sexo... Buneno, no es tan diferente.

Noche 35
Todavía no puedo creer que me nos hayas seguido en el coche.

Noche 49
Estoy escuchando uno de los discos, fueron un buen regalo de despedida, pero no creo que causen el efecto que desearías... llevo toda mi vida escuchando esas rolas, son tan especiales para mí que ni siquiera tú podrías cambiar lo que sus letras representan en mi vida. Aunque es triste creerle más a Robert Zimmerman que a ti.

La playera no la usé, le gustó a un tipo y se la dí porque es lindo escucha buen blues...

Noche 55
Me da lástima que sigas llorando por mi. Espero que sólo sea el alcohol, no te apures, a todos nos traiciona.

Por cierto, recogí tus cenizas y la botella que me ayudó a tragarme tus mentiras. Lo demás se queda con el olor de las flores muertas.




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Berenice Navarro vive en San Luis Potosí. Tiene 20 años. Nunca ha hecho algo bueno.
Sueña con reencarnar en el último gusano que degustará su cadáver.

Recientemente aprendió a disfrutar los romances patéticos.

lunes, 11 de abril de 2011

Croni-poema: El fin del mundo

El fin del mundo
por Luis Avila Candelaria

Veinticuatro horas al día, cada día, las sirenas de ambulancia cantan, a toda costa, a todo rincón. El temblor del pánico llega, lo adoptan, lo comen, lo invitan, lo imitan, se digiere y se apega. Está en la sala, en la recamara, en el closet, en al aire.

Un poeta dijo alguna vez: “nos toca cantar el fin de mundo”. Y un pintor le contesto: "cantaremos el fin del mundo, así como el renacimiento de las artes".


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Luis Avila Candelaria es de San Luis Potosí y estudia la lic. en Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Él es un tipo emprendedor; le gusta promover la lectura y las artes.

A las mujeres les gusta componer sonatas en su honor.

jueves, 24 de febrero de 2011

Poema: Sueño de ayer


Sueño de ayer                                                                                           
 Por Orlando Tristán


 
Como en la noche fría de los sueños
tu alma febril cae trémula de hastío
                        un luengo puente de tus besos
                        una vista lenta de tu muerte
                        la noche fría de los sueños
                        congela una lágrima en tus versos
y no importan tus dedos del deseo.

Cayendo lánguido el roce de tus penas
                                                      en cada pierna, en cada mano, en cada hora
nos dice  
que la azul noche iluminada por las velas
impaciente las lagañas se desean.



 
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Orlando escribió este poema después de una intervención Othoniana en su vida.

viernes, 18 de febrero de 2011

Poema: Hace bien


Hace bien
Por Jonatan Gamboa

Morir hace bien a las seis de la mañana
hace bien en la mitad de un callejón alumbrado
en el fragor de una guerra injusta
porque así no se arruina el día
se brinda placer a ojos morbosos
se borra la muerte entre otras

Hace bien llorar un poco
hacerlo a la distancia
sin prisas
porque la vida se humedece de interiores
se conjuga sin placeres
se vierte honesta en las telas

Hace bien amar menos
amar sin prejuicios ni esperanzas
sin buscar parasiempres
porque no hay expectativas
se pierde la intensidad
no se buscan brazos para morir

Así
se descargan las sombras
la soledad no es una sorpresa
nadie llora burdamente
sin homenajes ni ceremonias
el silencio cubre las almas
tridentinas o pulcras
se envuelven las luces en las pieles
sin simulacros
queda la soledad expuesta

Hace bien morirse
de vez en cuando



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Jonatan Gamboa es el orgulloso papá de Dante. Estudia el doctorado en Humanidades en la UAM Iztapalapa, es Maestro en Historia por El Colsan, y Lic. En Ciencias Históricas por la EESCIHA. Estudió la Lic. en Letras Españolas en la UG. Es profesor en la CCSyH de la UASLP.

jueves, 17 de febrero de 2011

Cuento: Padre nuestro, madre mía

Padre nuestro, madre mía
Por Señor Violencia

- Padre nuestro… y líbranos del mal, amén –. Las manos le sudaban, las rodillas le dolían, la voz se le quebraba, y todavía le faltaban diez Padres nuestros de la penitencia que le habían puesto.
Cuando finalmente terminó, casi se le sale una mentada de madre por el dolor que le provocó el levantarse. Por un momento, dudó sobre su fe en la religión, pero al ver a Jesús crucificado se arrepintió de inmediato, persignándose en rápidos movimientos varias veces, pero una pregunta se presentó en su mente:
- Si él es eterno, inmortal y todas esas omnicosas, ¿cómo es que pudo haber muerto? –siguió pensando la pregunta cuando entró a la sacristía.
- Hola hija, pásale –le dijo el padre Juan Diego al verla.
Estaba nerviosa, esperando junto a la puerta, mientras que él, seguro de sí mismo, dejó La Biblia sobre la mesa y se acercó a ella.
- Más hermosa que la mismísima virgen de Guadalupe –dijo acariciándole el cabello, quitándole un mechón rebelde de enfrente de la cara.
La besó muy lento.
Ella se dio cuenta que debajo de la sotana él estaba desnudo y listo para la acción.

Todo duró el Padre nuestro, el Credo y Ave María, rezos que él dijo mientras hacían el amor.
Ella se vistió lo más rápido que pudo, al tiempo que Juan Diego, todavía desnudo, se fumaba un cigarro en el sofá donde todo había pasado. Antes de que ella saliera de la sacristía, Juan Diego le dijo:
-Ah, por cierto, reza veinte Padres nuestros como penitencia a lo que acabas de hacer.
Al cerrar la puerta le mentó la madre, aun así, hizo la penitencia.




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El Señor Violencia vive en San Luis Potosí. Es ingeniero y escritor (novela y cuento).
Es director general del Fanzine/Ezine “Ahí va el agua” ahivaelagua.macrohw.com . Creó el proyecto “MacroHW", el Podcast "Puras Habladas"; del cual nace "Puras Escuchadas" (www.macrohw/ricon), participó como colaborador en el Comic Quimeras.
Recientemente piblicó un par de cuentos en "Entropía", semanario cultural de "El Sol de San Luis".

lunes, 14 de febrero de 2011

Cuento: Rellena mis espacios vacíos


Rellena mis espacios vacíos
Por Lilia Ávalos


Tal vez Galileo me entienda. Y es que yo era un péndulo que iba y venía entre mi Mesías y mi Revolucionario, ansioso de ir a cada uno de los lados para regresar al otro sin intención de traicionar a ninguno. Tómalo como quieras, porque la existencia de estos dos entes, de mi sístole y diástole, son tan ciertos como Don Quijote, el Che Guevara, como tú y como yo. ¿Cómo saber?, porque tenemos la palabra escrita, pero lo que no sé es si yo la escribo o si tú imaginas que yo escribo para que tú la leas. Einstein se burlaba también de esto cuando convirtió en teoría eso de la relatividad.

La verdad es que no quería dejar a ninguno de los dos, ¿cómo hago para que me entiendas?, es como si comenzaras a hacerme el amor mientras escribo esto, ¿cómo decidirse por uno, o peor, cómo despreciar a uno, si las dos son necesidades tan sentidas y urgentes, inaplazables? Ya vas comprendiendo lo angustiosos de mi situación, ¿eh? Imagínalo, una escena única e irrepetible, una obra de arte, una burbuja, una frase entre paréntesis, este aislamiento del mundo que se convierte en un mundo mismo, esta línea que dejó de ser línea para convertirse en punto.

No dejes de leerme, sígueme leyendo, porque conforme vislumbro a Rocinante, al Granma, a la tinta con la que te escribo y a tus ojos recubriendo mis palabras, me voy dando cuenta que alguien te imagina para que me inventes escribiendo esto y lo leas, y entonces seas real, y entonces yo sea real, y mis dos amores también. Por eso sígueme leyendo, no te detengas, porque si paras, nos quitarás el sentido de realidad, y no seremos nada, y no habrá nada; ni péndulo, ni Mesías, ni Revolucionario. Incluso este minúsculo punto creado desaparecerá y ello implicará que habré fracasado, porque querrá decir entonces que perdí a mis dos amores. ¿Te dije que escribí esto para sentirlos al menos otro segundo?  



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Lilia es de San Luis Potosí, estudia Lengua y Literatura Hispanoamericanas.
Ella vive en el mundo de las letras, ese que está cerca de la trova y del lado del corazón.


domingo, 23 de enero de 2011

Cuento corto: Elisa

Elisa
por Madame

Elisa está cansada de sentirse triste. Mientras su cara contraída vuelve a salarse, se pregunta cómo puede nacer de sus ojos tanto dolor cuando está derrotada y marchita...
Ella es como un barco perdido, que bajo el cielo de octubre quedó atrapado en una pesadilla recurrente.


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Madame, algunas ocasiones habla en tercera persona.

viernes, 14 de enero de 2011

Relato o algo: " . "

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Por Lliliana Huerta


Rodeada de mis soledades, de mis inmensos vacíos, de mis interminables confusiones, de mis tímidas palabras; no encuentro algo coherente, algo con significado, algo valioso o presente. No encuentro nada, ni el polvo, ni la ceniza, ni la arena, ni las bacterias, ni el olor. No encuentro nada, no entiendo nada. De nuevo entre mis enredaderas, entre las miles de espinas, entre los tormentosos bullicios, entre las inconsolables preguntas, entre los vivos y los muertos...

Pendo de un maldito hilo; el mismo que me corta y me sofoca, el mismo que me suspende en el silencio, en el inmenso vacío.
Y mis pensamientos forman torbellinos de confusiones, forman pasadizos de  histeria, esquinan a cada uno de mis temores, se zambullen en mis patéticas lagrimas y mi maldita boca solo quiere preguntar: ¿Dónde estás?...

Ese insípido vacio, ya ni siquiera me lastima, es sólo factoría de silencios, de conformidades, de quejas mudas, desganadas, de reclamos olvidados, de peticiones indeseadas, de nada...
Y nada existe, ya nada es aquí, fue y pasó, fue real lo que nunca quise que fuera, y me dejé envolver, me convertí en recibidor de todo lo irreal, de todo lo que ahora se tiene que negar...
Y es toxica esta sangre vertiginosa, contaminada de tus fluidos, de tus parásitos, de tus miles de diminutos tús, de miles de cajas retóricas huecas, ¿por dónde asechas?, ¿detrás de qué máscara te encierras?

Ya no están tus ladridos, ya no existen tus aullidos, tus gozosos gemidos, ya no estás presente, ya no estás profundo, ya no estás constante, ya no estás, ya no estás...
Soy hacedora de mí, critica de todo de mí, dadora de realidades inaceptadas o esquivadas, repulsivas y ofensivas...
Y  perdí 21 gramos, después de tantos daños a mi cerebro... mi bomba sanguínea ya no brinca, ya no esparce tus toxinas...

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Liliana Huerta es potosina. Estudia Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Escribió estas letras en compañía de mal tabaco y un café negro después de la rutina hiriente y patética.
Ella vuela entre sombras de tonalidades ámbar, vive en los recuerdos y en tus pupilas dilatadas.

domingo, 9 de enero de 2011

Un cuento con tintes de film: Paraguas

Paraguas 
Por Xavier de León

 En el metro se expresa el espíritu de la ciudad. Así lo supe el primer viernes de octubre de 2009, que tuve que viajar en una ruta diferente. Tenía que bajar en Insurgentes, pero en lugar de trasbordar en Balderas, como era lo correcto, una paranoia, que creí sólo mía, me hizo hacer el anormal recorrido: Hidalgo – Salto del Agua – Insurgentes. Anormal por todos lados, pero más viniendo de la Ruta 3. El caso es que quise evitar caminar por el andén de las pesadillas. Cuando llegamos a Insurgentes todo se precipitó en un extreme long shot de interiores, aderezado con un slow motion con intercortes a los rostros de pánico y sorpresa. 
   Mientras salía del vagón, y cuando otros ya subían las escaleras y caminaban por los cortos pasillos, un sonido metálico y seco provocó el instante que recuerdo con detalles completísimos. Al escuchar el sonido una sola imagen llegó a la mente de varios, de mí incluido. La imagen me llegó justo mientras pensaba en las revisiones exhaustivas de los policías que a lo largo de toda la Ruta 1 detenían a todo aquél que cargara una mochila, una bolsa, un bulto. Como si un arma no pudiera entrar por otro lado. Pensaba en eso, pues, pensaba en eso y el sonido metálico me hizo voltear con una discreta mirada de pánico.
  Como los míos, otros pares de ojos voltearon al origen del ruido y al causante, con miradas de odio, de desconfianza, de miedo, de atención cuidadosa, de todo junto; todas las miradas lo tenían todo [intercortes]. El hombre, el ruido, los rostros, todo [slow motion en todo momento]. Pude ver desde el primer instante que el origen del ruido fue un paraguas que cayó de las manos descuidadas de un hombre mayor, golpeando su parte metálica con la base de la salida del vagón. El hombre, apenado, recogió el paraguas con una lentitud vergonzosa, a sabiendas de los retortijones que había causado; las miradas compuestas lo decían todo. Pero lo tomó y siguió caminando en nuestra ruta, mientras los otros buscaban andar por donde él no lo hiciera. Salió con su vergüenza [todo fue una sola toma en extreme long shot].
  Ya en la Glorieta, la vergüenza se fue desvaneciendo vaporosa, salíamos hacia nuestros caminos y del momento sólo quedaron las miradas discretas de algunos, que volteaban de vez en vez, esperando que lo que habían presenciado hubiera sido sólo su paranoia. Pero no era así, se había manifestado en esa atípica expresión el espíritu de la ciudad, un espíritu temeroso de la violencia que se le sale de entre las entrañas en momentos de sangre y temor, en respiros de valentía que se huelen desde las madrugadas, por ello la olí perfectamente ese viernes a las 8:30 de la mañana.


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Xavier de León vive en México DF, nació en 1985. Es ingeniero y abogado; cínico e irreal. 
Trabaja en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y es visitante asiduo de los bares y cantinas del Centro Histérico de la Ciudad de México. Se divierte escribiendo en: http://memoriasdeceniza.wordpress.com/