viernes, 14 de enero de 2011

Relato o algo: " . "

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Por Lliliana Huerta


Rodeada de mis soledades, de mis inmensos vacíos, de mis interminables confusiones, de mis tímidas palabras; no encuentro algo coherente, algo con significado, algo valioso o presente. No encuentro nada, ni el polvo, ni la ceniza, ni la arena, ni las bacterias, ni el olor. No encuentro nada, no entiendo nada. De nuevo entre mis enredaderas, entre las miles de espinas, entre los tormentosos bullicios, entre las inconsolables preguntas, entre los vivos y los muertos...

Pendo de un maldito hilo; el mismo que me corta y me sofoca, el mismo que me suspende en el silencio, en el inmenso vacío.
Y mis pensamientos forman torbellinos de confusiones, forman pasadizos de  histeria, esquinan a cada uno de mis temores, se zambullen en mis patéticas lagrimas y mi maldita boca solo quiere preguntar: ¿Dónde estás?...

Ese insípido vacio, ya ni siquiera me lastima, es sólo factoría de silencios, de conformidades, de quejas mudas, desganadas, de reclamos olvidados, de peticiones indeseadas, de nada...
Y nada existe, ya nada es aquí, fue y pasó, fue real lo que nunca quise que fuera, y me dejé envolver, me convertí en recibidor de todo lo irreal, de todo lo que ahora se tiene que negar...
Y es toxica esta sangre vertiginosa, contaminada de tus fluidos, de tus parásitos, de tus miles de diminutos tús, de miles de cajas retóricas huecas, ¿por dónde asechas?, ¿detrás de qué máscara te encierras?

Ya no están tus ladridos, ya no existen tus aullidos, tus gozosos gemidos, ya no estás presente, ya no estás profundo, ya no estás constante, ya no estás, ya no estás...
Soy hacedora de mí, critica de todo de mí, dadora de realidades inaceptadas o esquivadas, repulsivas y ofensivas...
Y  perdí 21 gramos, después de tantos daños a mi cerebro... mi bomba sanguínea ya no brinca, ya no esparce tus toxinas...

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Liliana Huerta es potosina. Estudia Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Escribió estas letras en compañía de mal tabaco y un café negro después de la rutina hiriente y patética.
Ella vuela entre sombras de tonalidades ámbar, vive en los recuerdos y en tus pupilas dilatadas.

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