domingo, 9 de enero de 2011

Un cuento con tintes de film: Paraguas

Paraguas 
Por Xavier de León

 En el metro se expresa el espíritu de la ciudad. Así lo supe el primer viernes de octubre de 2009, que tuve que viajar en una ruta diferente. Tenía que bajar en Insurgentes, pero en lugar de trasbordar en Balderas, como era lo correcto, una paranoia, que creí sólo mía, me hizo hacer el anormal recorrido: Hidalgo – Salto del Agua – Insurgentes. Anormal por todos lados, pero más viniendo de la Ruta 3. El caso es que quise evitar caminar por el andén de las pesadillas. Cuando llegamos a Insurgentes todo se precipitó en un extreme long shot de interiores, aderezado con un slow motion con intercortes a los rostros de pánico y sorpresa. 
   Mientras salía del vagón, y cuando otros ya subían las escaleras y caminaban por los cortos pasillos, un sonido metálico y seco provocó el instante que recuerdo con detalles completísimos. Al escuchar el sonido una sola imagen llegó a la mente de varios, de mí incluido. La imagen me llegó justo mientras pensaba en las revisiones exhaustivas de los policías que a lo largo de toda la Ruta 1 detenían a todo aquél que cargara una mochila, una bolsa, un bulto. Como si un arma no pudiera entrar por otro lado. Pensaba en eso, pues, pensaba en eso y el sonido metálico me hizo voltear con una discreta mirada de pánico.
  Como los míos, otros pares de ojos voltearon al origen del ruido y al causante, con miradas de odio, de desconfianza, de miedo, de atención cuidadosa, de todo junto; todas las miradas lo tenían todo [intercortes]. El hombre, el ruido, los rostros, todo [slow motion en todo momento]. Pude ver desde el primer instante que el origen del ruido fue un paraguas que cayó de las manos descuidadas de un hombre mayor, golpeando su parte metálica con la base de la salida del vagón. El hombre, apenado, recogió el paraguas con una lentitud vergonzosa, a sabiendas de los retortijones que había causado; las miradas compuestas lo decían todo. Pero lo tomó y siguió caminando en nuestra ruta, mientras los otros buscaban andar por donde él no lo hiciera. Salió con su vergüenza [todo fue una sola toma en extreme long shot].
  Ya en la Glorieta, la vergüenza se fue desvaneciendo vaporosa, salíamos hacia nuestros caminos y del momento sólo quedaron las miradas discretas de algunos, que volteaban de vez en vez, esperando que lo que habían presenciado hubiera sido sólo su paranoia. Pero no era así, se había manifestado en esa atípica expresión el espíritu de la ciudad, un espíritu temeroso de la violencia que se le sale de entre las entrañas en momentos de sangre y temor, en respiros de valentía que se huelen desde las madrugadas, por ello la olí perfectamente ese viernes a las 8:30 de la mañana.


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Xavier de León vive en México DF, nació en 1985. Es ingeniero y abogado; cínico e irreal. 
Trabaja en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y es visitante asiduo de los bares y cantinas del Centro Histérico de la Ciudad de México. Se divierte escribiendo en: http://memoriasdeceniza.wordpress.com/

1 comentario:

  1. Andrea Méndez Aguiñaga10 de enero de 2011, 11:05

    El espacio ocupado por el miedo, el movimiento violento, el arrebato instintivo, el espíritu de la ciudad.

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