lunes, 30 de mayo de 2011

Cuento: Strat

Strat
Por Berenice Navarro
Para Violeta

Esta noche, Abraham ya no soporta la idea de tocarla. En la frente, el calor se confunde con el sudor frío de su pesadilla recurrente, la molesta imagen de su hermano acariciando esa cintura delante de todos le revuelve el estómago, él la quiere, y le enferma saberla ajena y tan imposible.

Ya no soportará seguir reviviendo en sus sueños el desagradable recuerdo de Fernando abrazándola con sus manos tan toscas, de escucharlo hacerle el amor en el cuarto de abajo. Abraham sabe que juntos, también pueden hacer el amor y gritar más fuerte, lo sabe desde que, un día al pasar junto a ella, sin querer la tocó, ella dijo algo, y aunque él no entendió, sus oídos no han olvidado esa voz tenue, dulce, que ninguna otra le ha dedicado.

Por eso hoy, Abraham llegará a la sala, donde ella duerme, la sujetará fuerte contra su pecho y gritarán juntos en aquella melodía que él intuye, es el amor. Aunque despierten a todos y Fernando se sienta humillado, ya no le importa, el deseo le domina.

Después huirá con ella, lo ha planeado durante meses, sólo la meterá en su estuche, se la colgará al hombro y atravesarán la puerta.



Imágen: Violeta García


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Este pequeño y humilde cuento va dedicado a Violeta García, con una gran felicitación por su segundo libro Mitología de una ciudad enferma y un enorme agradecimiento por compartir su obra plástica en este blog.

Berenice Navarro (Madame) (Viridiana Urías) (Monstruo Lovecraftniano) (Barque Vagabonde) (etc...)

jueves, 19 de mayo de 2011

Cuento: Entre desistir y la indecisión

Entre desistir y la indecisión
Por Lilia Ávalos

 Se sentó donde siempre y pensó que tarde o temprano él tendría que pasar por ahí, sólo era cuestión de que esperara el tiempo suficiente.

Al principio le pareció sencillo, después de todo ya muchas veces lo había esperado en el mismo lugar y él siempre terminaba por aparecer. Subió su vista para perderse en las figuras del vuelo de los pájaros. Los veía ir y venir en piruetas que albergaban una melodía secreta, una que le gustaba y le asustaba.

Fue cuando comenzó a oscurece el cielo y los pájaros cesaron su vuelo, que pensó en la posibilidad de que él ya hubiera pasado por ahí y que no lo hubiera visto por estar distraída con los pájaros. Aunque en seguida supo que de haber sido así, él no hubiera podido evitar mirar el lugar donde tantas veces había llegado a encontrarla y sabría de inmediato que lo estaba esperando, que estaba ahí por él y para él. Aunque decidió que no sobraba poner más atención.

Comenzó a fijarse en todas las caras y los cuerpos de quienes pasaban por ahí, en los atuendos, las miradas y las formas de caminar. Pero el tiempo se gastaba y todas las caras eran la cara de él, y todos los cuerpos tenían sus hombros, y todas las miradas su suavidad y todo caminante su contoneo; hasta que en la proximidad, sus características siempre se desvanecían.

Cuando ya no toleró el desengaño de creerlo aproximarse, se preguntó qué haría si en efecto él llegara, en qué haría si él le dijera que no debía esperarlo. Un vacío muy pesado se apoderó de su pecho y sintió que el lugar de siempre, donde habían sido sus encuentros tantas veces, no tenía ya ningún valor.

Se dio cuenta entonces que era ella quien lo estaba esperando y no él quien la aguardaba en el lugar de siempre. Se sintió mal por estar ahí, porque era un hecho que él no buscaba encontrarla y que si por un descuido del azar tuviera que tomar el camino para pasar por donde ella estaba, lo obligaría a su encuentro y violaría su decisión de no encontrarla. Fue cuando se puso en pie y se alejó del lugar procurando no detenerse a ver rostro alguno.

***

Le preocupaba el tiempo que había tardado en decidirse a ir, pero por fin llegó y se sentó donde siempre. Pensó que tarde o temprano ella tendría que pasar por ahí y que sólo era cuestión de que la esperara el tiempo suficiente para encontrarla de nuevo.



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Interdisciplina: Carteles


Carteles
Idea original: Mayela Valadéz
Diseño: Guz Guevara








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Maye es estudiante de la lic. en Lengua y Literatura Hispanoamericanas.
Guz es estudiante de la lic. en Mercadotecnia Internacional.

lunes, 16 de mayo de 2011

Relato o algo: Quien nunca ha sabido fallar


Quien nunca ha sabido fallar
por Guz Guevara
Ella es hermosa; alta, delgada y de pechos llamativos, con un tono de piel amarillento, de verdosos y grandes ojos y nariz prominente, sus labios son escasos. Tiene cabello largo, rizado y de un falso color fuego. Sus tobillos son frágiles. Siempre ha requerido gafas, las cuales pocas veces utiliza. En ocasiones lleva una pulsera en su mano izquierda.

Ella es muy malhablada, suele pronunciar mal algunas palabras, es culta y dedicada, en ocasiones muy sensible y concurrentemente intolerante. Todo el tiempo sonríe, sin embargo es altamente reservada. Fría cuando se lo propone. Ama la soledad; tiene pocos amigos. La banalidad no es lo suyo.

Le fascina cocinar postres. Suele burlarse de las personas, sabe reírse de sí misma. Grita cuando se avergüenza. Lucha por sobresalir, busca la autenticidad. Muchos hablan de ella, prejuicios en su totalidad, suceso al que ha llegado a acostumbrarse al punto de disfrutarlo. Ama a la naturaleza, recoge y auxilia animales callejeros y baila desnuda en ocasiones.

Ella es mi amiga; y ella es perfecta.


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Texto hurtado del blog de Guz Guevara

miércoles, 11 de mayo de 2011

Anecdotario: De los ridículos olvidos

(Crónicas nocturnas)

De los ridículos olvidos
Por Berenice Navarro

Noche 4
El cigarro que apagaste en el suelo sigue ahí, y aún siento tus palabras en el pecho. Los recuerdos ya no escurren de los ojos, me los tragué y ahora me dan asco. Me da asco cuando llamas, cuando vienes, y cuando te vas.
La botella me da asco. El olor de las flores que me diste me da asco, el olor de tu tabaco me da asco.

Noche 16
La nausea de tu recuerdo me robó unos kilos. Me pinté el cabello. Leí a Borges. Compré una blusa.

Noche 19
Conocí a un tipo, es diferente a ti; le vale madre ser pobre y estar prieto, tiene un cuerpo que no tendrías ni atascándote una sobredosis de esteroides.
Es alcoholico, violento, ignorante, todo un patán, sólo quiere sexo... Buneno, no es tan diferente.

Noche 35
Todavía no puedo creer que me nos hayas seguido en el coche.

Noche 49
Estoy escuchando uno de los discos, fueron un buen regalo de despedida, pero no creo que causen el efecto que desearías... llevo toda mi vida escuchando esas rolas, son tan especiales para mí que ni siquiera tú podrías cambiar lo que sus letras representan en mi vida. Aunque es triste creerle más a Robert Zimmerman que a ti.

La playera no la usé, le gustó a un tipo y se la dí porque es lindo escucha buen blues...

Noche 55
Me da lástima que sigas llorando por mi. Espero que sólo sea el alcohol, no te apures, a todos nos traiciona.

Por cierto, recogí tus cenizas y la botella que me ayudó a tragarme tus mentiras. Lo demás se queda con el olor de las flores muertas.




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Berenice Navarro vive en San Luis Potosí. Tiene 20 años. Nunca ha hecho algo bueno.
Sueña con reencarnar en el último gusano que degustará su cadáver.

Recientemente aprendió a disfrutar los romances patéticos.