miércoles, 11 de mayo de 2011

Anecdotario: De los ridículos olvidos

(Crónicas nocturnas)

De los ridículos olvidos
Por Berenice Navarro

Noche 4
El cigarro que apagaste en el suelo sigue ahí, y aún siento tus palabras en el pecho. Los recuerdos ya no escurren de los ojos, me los tragué y ahora me dan asco. Me da asco cuando llamas, cuando vienes, y cuando te vas.
La botella me da asco. El olor de las flores que me diste me da asco, el olor de tu tabaco me da asco.

Noche 16
La nausea de tu recuerdo me robó unos kilos. Me pinté el cabello. Leí a Borges. Compré una blusa.

Noche 19
Conocí a un tipo, es diferente a ti; le vale madre ser pobre y estar prieto, tiene un cuerpo que no tendrías ni atascándote una sobredosis de esteroides.
Es alcoholico, violento, ignorante, todo un patán, sólo quiere sexo... Buneno, no es tan diferente.

Noche 35
Todavía no puedo creer que me nos hayas seguido en el coche.

Noche 49
Estoy escuchando uno de los discos, fueron un buen regalo de despedida, pero no creo que causen el efecto que desearías... llevo toda mi vida escuchando esas rolas, son tan especiales para mí que ni siquiera tú podrías cambiar lo que sus letras representan en mi vida. Aunque es triste creerle más a Robert Zimmerman que a ti.

La playera no la usé, le gustó a un tipo y se la dí porque es lindo escucha buen blues...

Noche 55
Me da lástima que sigas llorando por mi. Espero que sólo sea el alcohol, no te apures, a todos nos traiciona.

Por cierto, recogí tus cenizas y la botella que me ayudó a tragarme tus mentiras. Lo demás se queda con el olor de las flores muertas.




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Berenice Navarro vive en San Luis Potosí. Tiene 20 años. Nunca ha hecho algo bueno.
Sueña con reencarnar en el último gusano que degustará su cadáver.

Recientemente aprendió a disfrutar los romances patéticos.

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