domingo, 23 de enero de 2011

Cuento corto: Elisa

Elisa
por Madame

Elisa está cansada de sentirse triste. Mientras su cara contraída vuelve a salarse, se pregunta cómo puede nacer de sus ojos tanto dolor cuando está derrotada y marchita...
Ella es como un barco perdido, que bajo el cielo de octubre quedó atrapado en una pesadilla recurrente.


-------------------------------------
Madame, algunas ocasiones habla en tercera persona.

viernes, 14 de enero de 2011

Relato o algo: " . "

.
Por Lliliana Huerta


Rodeada de mis soledades, de mis inmensos vacíos, de mis interminables confusiones, de mis tímidas palabras; no encuentro algo coherente, algo con significado, algo valioso o presente. No encuentro nada, ni el polvo, ni la ceniza, ni la arena, ni las bacterias, ni el olor. No encuentro nada, no entiendo nada. De nuevo entre mis enredaderas, entre las miles de espinas, entre los tormentosos bullicios, entre las inconsolables preguntas, entre los vivos y los muertos...

Pendo de un maldito hilo; el mismo que me corta y me sofoca, el mismo que me suspende en el silencio, en el inmenso vacío.
Y mis pensamientos forman torbellinos de confusiones, forman pasadizos de  histeria, esquinan a cada uno de mis temores, se zambullen en mis patéticas lagrimas y mi maldita boca solo quiere preguntar: ¿Dónde estás?...

Ese insípido vacio, ya ni siquiera me lastima, es sólo factoría de silencios, de conformidades, de quejas mudas, desganadas, de reclamos olvidados, de peticiones indeseadas, de nada...
Y nada existe, ya nada es aquí, fue y pasó, fue real lo que nunca quise que fuera, y me dejé envolver, me convertí en recibidor de todo lo irreal, de todo lo que ahora se tiene que negar...
Y es toxica esta sangre vertiginosa, contaminada de tus fluidos, de tus parásitos, de tus miles de diminutos tús, de miles de cajas retóricas huecas, ¿por dónde asechas?, ¿detrás de qué máscara te encierras?

Ya no están tus ladridos, ya no existen tus aullidos, tus gozosos gemidos, ya no estás presente, ya no estás profundo, ya no estás constante, ya no estás, ya no estás...
Soy hacedora de mí, critica de todo de mí, dadora de realidades inaceptadas o esquivadas, repulsivas y ofensivas...
Y  perdí 21 gramos, después de tantos daños a mi cerebro... mi bomba sanguínea ya no brinca, ya no esparce tus toxinas...

 --------------------------------------------------
Liliana Huerta es potosina. Estudia Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Escribió estas letras en compañía de mal tabaco y un café negro después de la rutina hiriente y patética.
Ella vuela entre sombras de tonalidades ámbar, vive en los recuerdos y en tus pupilas dilatadas.

domingo, 9 de enero de 2011

Un cuento con tintes de film: Paraguas

Paraguas 
Por Xavier de León

 En el metro se expresa el espíritu de la ciudad. Así lo supe el primer viernes de octubre de 2009, que tuve que viajar en una ruta diferente. Tenía que bajar en Insurgentes, pero en lugar de trasbordar en Balderas, como era lo correcto, una paranoia, que creí sólo mía, me hizo hacer el anormal recorrido: Hidalgo – Salto del Agua – Insurgentes. Anormal por todos lados, pero más viniendo de la Ruta 3. El caso es que quise evitar caminar por el andén de las pesadillas. Cuando llegamos a Insurgentes todo se precipitó en un extreme long shot de interiores, aderezado con un slow motion con intercortes a los rostros de pánico y sorpresa. 
   Mientras salía del vagón, y cuando otros ya subían las escaleras y caminaban por los cortos pasillos, un sonido metálico y seco provocó el instante que recuerdo con detalles completísimos. Al escuchar el sonido una sola imagen llegó a la mente de varios, de mí incluido. La imagen me llegó justo mientras pensaba en las revisiones exhaustivas de los policías que a lo largo de toda la Ruta 1 detenían a todo aquél que cargara una mochila, una bolsa, un bulto. Como si un arma no pudiera entrar por otro lado. Pensaba en eso, pues, pensaba en eso y el sonido metálico me hizo voltear con una discreta mirada de pánico.
  Como los míos, otros pares de ojos voltearon al origen del ruido y al causante, con miradas de odio, de desconfianza, de miedo, de atención cuidadosa, de todo junto; todas las miradas lo tenían todo [intercortes]. El hombre, el ruido, los rostros, todo [slow motion en todo momento]. Pude ver desde el primer instante que el origen del ruido fue un paraguas que cayó de las manos descuidadas de un hombre mayor, golpeando su parte metálica con la base de la salida del vagón. El hombre, apenado, recogió el paraguas con una lentitud vergonzosa, a sabiendas de los retortijones que había causado; las miradas compuestas lo decían todo. Pero lo tomó y siguió caminando en nuestra ruta, mientras los otros buscaban andar por donde él no lo hiciera. Salió con su vergüenza [todo fue una sola toma en extreme long shot].
  Ya en la Glorieta, la vergüenza se fue desvaneciendo vaporosa, salíamos hacia nuestros caminos y del momento sólo quedaron las miradas discretas de algunos, que volteaban de vez en vez, esperando que lo que habían presenciado hubiera sido sólo su paranoia. Pero no era así, se había manifestado en esa atípica expresión el espíritu de la ciudad, un espíritu temeroso de la violencia que se le sale de entre las entrañas en momentos de sangre y temor, en respiros de valentía que se huelen desde las madrugadas, por ello la olí perfectamente ese viernes a las 8:30 de la mañana.


 ---------------------------------------------------
Xavier de León vive en México DF, nació en 1985. Es ingeniero y abogado; cínico e irreal. 
Trabaja en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y es visitante asiduo de los bares y cantinas del Centro Histérico de la Ciudad de México. Se divierte escribiendo en: http://memoriasdeceniza.wordpress.com/