jueves, 19 de mayo de 2011

Cuento: Entre desistir y la indecisión

Entre desistir y la indecisión
Por Lilia Ávalos

 Se sentó donde siempre y pensó que tarde o temprano él tendría que pasar por ahí, sólo era cuestión de que esperara el tiempo suficiente.

Al principio le pareció sencillo, después de todo ya muchas veces lo había esperado en el mismo lugar y él siempre terminaba por aparecer. Subió su vista para perderse en las figuras del vuelo de los pájaros. Los veía ir y venir en piruetas que albergaban una melodía secreta, una que le gustaba y le asustaba.

Fue cuando comenzó a oscurece el cielo y los pájaros cesaron su vuelo, que pensó en la posibilidad de que él ya hubiera pasado por ahí y que no lo hubiera visto por estar distraída con los pájaros. Aunque en seguida supo que de haber sido así, él no hubiera podido evitar mirar el lugar donde tantas veces había llegado a encontrarla y sabría de inmediato que lo estaba esperando, que estaba ahí por él y para él. Aunque decidió que no sobraba poner más atención.

Comenzó a fijarse en todas las caras y los cuerpos de quienes pasaban por ahí, en los atuendos, las miradas y las formas de caminar. Pero el tiempo se gastaba y todas las caras eran la cara de él, y todos los cuerpos tenían sus hombros, y todas las miradas su suavidad y todo caminante su contoneo; hasta que en la proximidad, sus características siempre se desvanecían.

Cuando ya no toleró el desengaño de creerlo aproximarse, se preguntó qué haría si en efecto él llegara, en qué haría si él le dijera que no debía esperarlo. Un vacío muy pesado se apoderó de su pecho y sintió que el lugar de siempre, donde habían sido sus encuentros tantas veces, no tenía ya ningún valor.

Se dio cuenta entonces que era ella quien lo estaba esperando y no él quien la aguardaba en el lugar de siempre. Se sintió mal por estar ahí, porque era un hecho que él no buscaba encontrarla y que si por un descuido del azar tuviera que tomar el camino para pasar por donde ella estaba, lo obligaría a su encuentro y violaría su decisión de no encontrarla. Fue cuando se puso en pie y se alejó del lugar procurando no detenerse a ver rostro alguno.

***

Le preocupaba el tiempo que había tardado en decidirse a ir, pero por fin llegó y se sentó donde siempre. Pensó que tarde o temprano ella tendría que pasar por ahí y que sólo era cuestión de que la esperara el tiempo suficiente para encontrarla de nuevo.



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2 comentarios:

  1. Este texto me conmovió desde la primera vez que lo leí. Su fuerza temática sustituye a la técnica, y me parece evidente que su sustrato viene de un deseo real. Creo que el encuentro que aquí se desea con tanta fuerza puede suceder, es una promesa del futuro implícita en el texto. La literatura nunca se circunscribe en sí misma. A pesar de su languidez, la fuerza es envidiable, yo lo envidio. Sólo espero que "él" lo entienda alguna vez.

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  2. Lo primero que pensé de este texto es que estaba calientito porque lo mandé para colaboración inmediatamente después de que salió (y salió muy rápido) por ello la falta de fuerza técnica. En cuando a la temática, que es el (des)encuentro, la narración lo que pretende y hace es matar la posibilidad de que se realice. Lo que yo envidio es la entereza de tu comentario, Joun. Hartos saludos.

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